Lecturas de otra naturaleza: Sobre las dificultades de obtener respuestas en el campo de la lectura, los lectores y sus efectos.
Los debates sobre la validez, la
pertinencia y la eficacia de las metodologías de investigación en las Ciencias
Sociales llenan tratados de epistemología. Sin embargo lejos de tener
respuestas definitivas, a la hora de
abordar un investigación –aun una de pequeña envergadura y modesto alcance- lo
que se multiplican son las preguntas.
La asepsia parece imposible cuando
se trata de seres humanos y el control de las variables, de una complejidad que
abruma.
Sin duda las encuestas y las estadísticas
vinieron a aportar una distancia –objetividad- prometedora. La claridad de los
datos que arrojan hace más sencillo, o parece que hace más sencillo, arribar a
conclusiones, encontrar causalidades, en fin, arrojar alguna luz que imaginamos
llegará luego a los que deben tomar decisiones.
Pero también, y esto creo que no hay
que olvidarlo, dejan de lado lo particular.
Y aquí creo que la casuística, la
etnografía, aportan una perspectiva interesante porque justamente se acercan de
otro modo al “objeto”. Ponen el foco en esos relieves que escapan a la
multitud. Es más costoso en muchos sentidos, llevan más tiempo y tienen algo de
“artesanal”, de minuciosidad porque se ocupan de las grietas que se advierten
solo con el acercamiento. Las superficies tersas, a veces, son solo una ilusión
que resulta de la distancia del que mira.
La elección de la herramienta
metodológica no es inocente, como toda intervención en el campo de lo social
implica una posición ideológica y ética.
Lo interesante aparece cuando se
admite la duda, la pregunta, y el cruce de perspectivas. Cuando lo inmediato,
lo urgente, deja lugar al sentido. A la pregunta de para qué. Y claro, cuando
el investigador (académico o modesto pensador en su causa personal) no olvida
la complejidad, la enorme densidad de lo humano que va desde lo que aparece
sobre la superficie hasta lo que resulta un enigma incluso en sí mismo para cada uno.
Gracias a Natalia Porta López, Antonio Santa Ana, Sandra Siemens, Germán Machado y todos los que se entregan al juego del diálogo con opinión, por hacer de pequeños espacios, espontáneos foros de debate. Porque nada es más estimulante que pensar con otros.
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